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Diseño y edición por: Jesús "Kland" Uzcategui |
En 1972 Gonzalo Márquez debutó en las Grandes
Ligas con el equipo de los Atléticos de Oakland. Gonzalo fue uno de los grandes
bateadores que ha dado de nuestro beisbol. Uno de los momentos más gloriosos en
su carrera de 19 temporadas con los Leones del Caracas, se registró el 4 de
febrero de 1968, cuando en el play-off de esa temporada, remolcó 8 rayitas en
juego ante los Tiburones de La Guaira.
Su gran historia la escribió en la Liga
Venezolana de Béisbol Profesional, en los estadios venezolanos donde repartió
líneas y puso out a decenas de rivales.
Se reportaba temprano y temprano comenzaba a
rendir. De esos criollos de los que se esperaba siempre un extra, jugaba para
ganar, bateaba hits, no era un jonronero, en aquellos días los
batazos de vuelta completa eran de Antonio Armas. Su rol en la alienación era
embasarse y en primera desempeñarse como un seguro.
Siempre que se hace un intento por armar un
«equipo de todos los tiempos», hay quienes lo alinean en primera base, por
encima de Andrés Galarraga, a quien ubican como designado, porque no conciben
dejar a Gonzalo fuera de la imaginaria alineación. No es una herejía, vistió el
uniforme de Leones mucho más tiempo y se ganó, con todo lo que hizo, un lugar
indiscutible en el álbum de las leyendas melenudas.
El Caracas tuvo en Gonzalo Márquez a uno de
los mejores inicialistas de su historia. Se movía con destreza, era seguro y
sabía ubicarse. Un guante más que solvente, desarrolló las habilidades que
necesita un inicialista y como bateador también destacaba, además, resaltan sus
compañeros, tenía liderazgo, era muy alegre y generoso para compartir sus
conocimientos con los jugadores novatos, a quienes gustaba aconsejar para que
fuesen mejores.
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